Carta Abierta a un Amigo(a) que Despierta Ante el Racismo

by | Jun 4, 2020 | Current Events, Faith & Politics, In the News, Justice, Race

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Bienvenido(a). Te he estado esperando. No tengas miedo. Esconderse y sentirse asustado es normal al principio, ya que finalmente uno admite que ha estado en negación por bastante tiempo. Sé cómo te sientes. He estado ahí. La confusión cuando te das cuenta que nuestra “democracia” parece estar dispuesta a dar la vida por ti, siempre y cuando seas blanco. La negación y el deseo de esconderse cuando le huyes al tema para poder seguir creyendo en el cuento que te hicieron cuando eras pequeño. La culpa y el miedo cuando admites que te has mentido a ti mismo para evadir responsabilidad. Finalmente, la impotencia cuando abres los ojos, ya que sientes al racismo como abrumador e  invencible, sobretodo cuando lo confrontas por primera vez. Ten en cuenta esto: hemos estado ahí.

Quiero que sepas que te amo. Y que cada pequeña lucha contra el racismo en la cual he participado, ha sido, primero para liberar a las víctimas, y segundo para que despiertes. Eres el fruto de muchas lágrimas y oraciones. Así que me alegra que estés ahora a mi lado.

Protesters in Seattle hold hands in front of a photo of George Floyd June 1, 2020. (CNS photo/Lindsey Wasson, Reuters)

 

Estoy molesto contigo, me preguntas? Puedes dar por seguro que sí he estado molesto contigo. Cada vez que hablé sobre este tema y tú me trataste como si yo estuviera loco me dolió profundamente. Es triste que sólo en medio de esta más reciente crisis yo pueda sentir que mi mente está sana, ya que mis opiniones han sido confirmadas. Cada vez que me dijiste que “el racismo no existe” y que yo “simplemente estoy obsesionado con el tema.”  Cada vez que subestimaste mi experiencia bajo esta piel oscura, y el testimonio de quienes fueron esclavizados, exterminados, linchados, deportados, segregados, encarcelados, colonizados y asesinados por la policía y encerrados por ICE: ¡puedes dar por seguro que mi alma sangró!  Pero solamente racistas intencionales y racistas indiferentes y vagos me molestan. Tú estás aquí ahora. Conmigo. Justo donde yo te he necesitado siempre.

Ya te dije que he estado donde ahora estás. No soy mejor que tú. Simplemente desperté antes. Como negro puertorriqueño, no podía permanecer dormido por mucho tiempo. Crecí escuchando a maestros y a familiares diciéndome que Estados Unidos era el protector de la democracia y la igualdad, sólo para darme cuenta en la adultez que la economía y el futuro de mi pueblo es controlada and explotada por ese mismo país. Un país por cuyos líderes no podemos votar. Ya en sí misma, esta situación me dio perspectiva con respecto a la discriminación a las comunidad de color. Pero cualquier ingenuidad que me quedaba fue lentamente asfixiada hasta la muerte después de llegar a los Estados Unidos en 2016.

Después de sentir a través de los años las miradas hirientes que algunas personas me dan, la indiferencia a nuestra situación inclusive por algunos miembros de mi iglesia y de mi orden, ver cómo las comunidades Latinas y Negras son tratadas, y especialmente la piedad asfixiante de aquellos que quieren alabar a Jesús mientras dejan morir a su prójimo, no pude esconderme más del racismo. Desde ese despertar, he estado estudiando el racismo y tratando de encontrar la manera de cómo remover de entre nosotros este tumor canceroso. 

Ahora permíteme darte un consejo. No seas tacaño en tu esfuerzo. Haz lo que la mayoría de la gente no hace: estudia el racismo seriamente. La única manera en que podrías insultarme más es que, ahora que finalmente te has despertado, pienses que “mágicamente” eres ahora competente para resolver el problema. En los Estados Unidos, durante siglos, gente de todas clases –esclavos rebeldes, abolicionistas, activistas, abogados, reporteras, profesores, religiosas– han derramado su sangre y su sudor para entender y saber cómo destruir al demonio del racismo con sus ideas y sus acciones. Hónralas y hónralos ahora (como no hiciste antes) estudiando sus historias, teorías y tácticas antes de abrir tu boca. ¿Qué clase de cirujano serías si no entendieras la naturaleza del tumor con el que estás lidiando y las mejores maneras para extirparlo?  

Como recientemente has visto en las noticias, mucha gente ya está haciendo el trabajo antiracista que quieres hacer ahora, no sólo en escritos, sino también en la calle. Algunas de estas personas tendrán las mismas creencias religiosas, las mismas ideologías, y la misma visión de mundo que tú tienes. Muchas otras no. Algunas hablarán, otras participarán en protestas pacíficas, organizarán eventos de resistencia no-violenta y algunas cantarán “We Shall Overcome” (“Venceremos”). Muchas otras personas no. No uses estas diferencias como otra excusa más para regresar a tus viejos hábitos y evadir tu responsabilidad. Únete a tus hermanas y hermanos de buena voluntad en la lucha por la justicia, y no olvides traer tu paz. 

Puede que te sientas tentado a señalar a la violencia y al saqueo para justificar tu falta de participación en la lucha. No hagas esto. Puede que haya gente que recurra a la violencia y al saqueo sin razón, pero muchos también creen que si no escriben un grafiti en una pared, la prensa no va a cubrir sus protestas. Esto no es nuevo. ¡No olvidemos la famosa “Fiesta del Té” de Boston! Cualquiera que sean sus razones, lo que te toca es simple y persistentemente seguir al Maestro. Sé la sal y luz que Dios quiere que seas. Si tú quieres ver resistencia no-violenta, sal tú afuera y haz que ocurra. Ora por el fin de la violencia y sus víctimas. Pero hazlo mientras luchas contra la injusticia que la produce.

Finalmente, no te dejes engañar por la idea de que por razón de tu pasado no puedes involucrarte, o de que estamos molestos contigo porque te uniste tarde a la fiesta. Como ya dije, sólo nos molestan quienes no hacen su tarea. Estas personas fuerzan a la gente de color a no solamente sufrir bajo el racismo, sino también a llevar la carga adicional de tener que pelear contra él sin ayuda. Así que únete a nosotros. Hagamos nuestra parte. Se lo debemos a Ahmaud Arbery. Se lo debemos a Breonna Taylor. Y definitivamente se lo debemos a George Floyd. Que tu manera de vivir les honre. Que les dé orgullo.

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Photo by Clay Banks on Unsplash.

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Ángel Flores Fontánez, SJ

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