Originalmente en Inglés, traducido por Manuel Carrasco García-Moreno
No es raro que mis redes sociales sean algo parecido a una avalancha de noticias sobre el papa Francisco: es un gaje del oficio que viene de (a) ser jesuita y (b) conocer a un montón de católicos. Sin embargo, el (breve) artículo de Stephan Marche’s “Es hora de admitirlo: el papa Francisco es un tanto cuanto impresionante” 1 me llamó la atención por dos importantes razones. La primera es que el artículo se publicó en Esquire, una buena revista que no es especialmente famosa por cubrir noticias del Vaticano. La segunda es que el autor es un ateo confeso. Y si hay algo que puede hacer que católicos y laicos lean un mismo artículo es utilizar esa palabra, la que empieza por “A”, bien cerca de términos religiosos. Es una forma de alquimia de la era digital: “ateísmo/ateo/laico” + “Iglesia católica/Papa/religión” = mina de oro para los motores de búsqueda y los medios de comunicación.
Teniendo en cuenta todas las opciones explosivas que un ateo tenía al escribir sobre una figura religiosa de gran alcance (o viceversa, que al caso es lo mismo), Marche pone por delante un juego de argumentos relativamente modesto. Le gusta Francisco. Como tantos otros, creyentes o no, está cautivado por los pequeños gestos que ha ofrecido el Papa y tiene esperanza de que esos gestos sean signo de puntos de diálogo aún mayores. La valoración tan personal que hace Marche del papa Francisco y del catolicismo en general da la impresión de ser generosa y considerada, si bien comedida y equilibrada con algunas críticas notables.
Sería fácil para un católico interpretar el artículo de Marche como un gol por toda la escuadra a favor del equipo local. (El titular tampoco ayuda mucho: no sería difícil que un católico lo viera y tras leer también el primer párrafo concluyera que otro titular posible sería: “Ateo observa al Papa y ve la luz”). Pero eso sería un error. Aunque Marche está claramente impresionado por el papa Francisco, no muestra señal alguna de estar titubeando en su increencia y no duda en sacar a relucir noticias menos inspiradoras de otros líderes eclesiales.
Este tratamiento imparcial hace que este artículo sea de lectura obligatoria para los creyentes, especialmente para los católicos. En esta época de “ateísmo evangélico”, al encontrarse los creyentes con “ateos amigables” (es decir, no-creyentes interesados en tomarse a las personas religiosas en serio), los primeros deberían escuchar, y escuchar con atención. Ya sean escritores como Marche o nuestros propios amigos y familiares los que entran en la descripción, estos no-creyentes suelen ser a menudo los que pueden ayudarnos a ver nuestra propia religiosidad con una mirada nueva. Ellos pueden ser hirientemente sinceros acerca de cómo los creyentes nos quedamos confusa, decepcionante y desastrosamente cortos respecto a lo que decimos que somos. A este respecto, Marche señala lo que él percibe como incongruencias entre los llamados papales a la justicia social y las vestimentas de armiño preferidas de algunos papas. Al mismo tiempo, hace saber a los creyentes lo que les parece atractivo. En un comentario sorprendente, Marche observa:
Estos pequeños gestos suponen una gran diferencia. La Iglesia católica puede ser la última gran institución en el mundo que está presentando un argumento coherente contra la total incorporación al capitalismo de consumo.
El papa Francisco ha sido un actor secundario en este artículo hasta ahora, pero quizás conviene subrayar que una de las llamadas más repetidas de Francisco ha sido a construir una Iglesia que salga “a las periferias”, escapando de la podredumbre de lo autorreferencial. El antídoto a la autorreferencia, por supuesto, es la otro-referencia. Como muchas imágenes en el espejo, los reflejos que vienen de los no-creyentes pueden revelar a un mismo tiempo bellezas y fealdades que no tenemos ganas especiales de ver, pero cuando Dios nos bendice con la honestidad, si buscamos reflecciones de no-creyentes que sean sinceros, los ignoramos por nuestra propia cuenta y riesgo.
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La foto de portada es cortesía de Steve Rhodes.
- En inglés en el original. No hemos logrado encontrar una versión en español del artículo y temo que el editor de TJP me pida hacerlo (N. del T.) ↩