Originalmente en inglés, traducido por Manuel Carrasco García-Moreno
Nota del Editor: Hoy, 5 de noviembre, es un día importante para los jesuitas y colaboradores porque es la fiesta de Todos los Santos y Beatos de la Compañía de Jesús. Así que, para celebrarlo, le hemos pedido a Jim Martin que nos dé las 12 mejores maneras de terminar la frase: “Sabes que eres jesuita cuando…” Estamos bastante seguros de que todos los jesuitas, tanto los de la Iglesia peregrina como los de la Iglesia Celestial, van a decir que sí con la cabeza a cada uno de los puntos de esta lista (sin duda, también lo harán muchos de nuestros colaboradores seglares que ya nos conocen demasiado bien).
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Sabes que eres Jesuita cuando…
- Oyes la palabra “visitación” y no piensas en la Virgen María y su prima Isabel. Piensas: “Provincial”.
- Usas las siguientes palabras en una conversación normal y de repente te das cuenta de que la gente no tiene ni idea de lo que estás diciendo: primi, secundi, socius, manualia, manuductor, ordenandi, informatio.
- Por otro lado, estás bastante preocupado, y no sin razón, de usar accidentalmente la palabra “externos” cuando estás con externos.
- Comparas casas de recreo.
- Sabes que el 50% de las claves de acceso a las residencias de jesuitas en este país son la fecha en la que San Ignacio… Bueno, ya sabes.
- Estás hablando con un novicio y te cuenta algo sobre su noviciado que te resulta sorprendente y te requiere todo el esfuerzo de tu voluntad y hasta la última gota de autocontrol el no decirle: “Cuando yo era novicio…” Pero se lo dices igualmente. Porque eres jesuita y no puedes evitarlo. Luego le cuentas todo acerca de tu noviciado, en el que entraste el año en que él nació y él pretende que le interesa.
- Asientes comprensivamente cada vez que alguien te dice que se siente como en la Tercera Semana.
- No te sorprende cuando, al visitar otra comunidad de jesuitas, descubres que tu habitación para visitantes está amueblada con: una silla de madera del 73, tapizada en plástico color lima; un escritorio metálico apenas más pequeño que un acorazado (y que tiene un cajón con tres lápices, dos folios con el membrete de la comunidad, un clip y un catálogo de la Compañía de 1997); una almohada cuyo color podría describirse caritativamente como “beige”; toallas que podrían confundirse fácilmente con paños de cocina grandes, y una lámpara de pie de hierro forjado a la que consideras el dispositivo de iluminación más feo (objetivamente hablando) de toda la provincia, equipada con una bombilla de 25 vatios que, al ir a encenderla cuando te acuestas, no funciona, así que decides ir a buscar un reemplazo al almacén tú solo porque no quieres despertar al ministro tan tarde y cuando cierras con cuidado la puerta para no molestar a nadie en la comunidad, te das cuenta de que te acabas de quedar encerrado fuera de tu habitación.
- Te preguntas qué diría el Padre General si viera toda la ropa que tienes colgada del armario que no son camisas de alzacuellos o trajes negros. Así que un día decides deshacerte de algunas prendas porque quieres ser más fiel a tu voto de pobreza. Entonces, mientras estás limpiando tu armario, te das cuenta de que es una tontería deshacerte de ellas porque podrías necesitarlas más adelante y tendrías que comprarte otras, así que está más de acuerdo con la pobreza el quedártelas. Así que te las quedas. Pero de todos modos te sigue preocupando qué diría el Padre General si viera tu armario.
- Quieres a algunos de tus hermanos jesuitas tanto como podrías amar a un hermano de sangre. Bueno, a todos no, pero a tantos que te parece increíble lo afortunado que eres.
- Sabes que entrar en los jesuitas fue la mejor decisión que has tomado en tu vida.
- Tienes la esperanza de que la foto de tu carta mortuoria no sea demasiado horrible.
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La imagen de portada, por MKieloch en Flickr, puede encontrarse aquí.